Vino filosófico. Homenaje a Antonio Aguirre*

Por Mercedes Iglesias, miembro de la NEL y la AMP.

Agradezco la invitación del profesor Carlos Tutivén para esta actividad en honor a Antonio Aguirre, un colega al que he respetado mucho. He dividido mi intervención en dos partes:

La primera en relación a la pregunta que dejó planteada Carlos en la invitación ¿Qué queda de todo ello en tiempos de algoritmos y plataformas?  ¿Puede recuperarse o reinventarse una “República literaria” razonable en una transmodernidad que declina al Padre en la  multiplicación de los géneros políticamente correctos?  ¿Puede haber diálogo amistoso y significativo? ¿Puede haber amor a la sabiduría donde reina la agresividad del anonimato?

La segunda en relación al texto de Antonio donde señala que podemos construir un dique frente al afuera, un remanso para la palabra viva, para la enunciación de cuerpo presente, en una conversación, no jerarquizada, ni como tarea colectiva asignada. El cartel es una pequeña república de las letras, una audiencia reducida a cuatro o cinco, donde el sujeto, solo él, es el responsable de su relación con el saber.

Entonces en relación a la primera pregunta, que es una pregunta totalmente válida en términos de añoranza de diálogos entre seres humanos que eran capaces de escuchar. En un texto que escribí para Zadig, señalaba a Marquerite Yourcenar y sus Memorias de Adriano donde este realiza un análisis de la situación del imperio, y sostiene que hasta donde él entiende, también los bárbaros entrarán en la civilización, tendrán que crear reglas y condiciones para que se construya la paz y la convivencia. La idea es que no importa cuánta atrocidad puedan cometer los hombres entre sí, al final, algún tipo de orden tiene que advenir para que la vida pueda ser posible. Opuse entonces un texto de Pérez Reverte “El problema que hoy afronta lo que llamamos Europa, u Occidente… es que todo eso -Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare, Newton, Voltaire- tiene fecha de caducidad y se encuentra en liquidación por derribo. Incapaz de sostenerse. De defenderse. Ya sólo tiene dinero. Y el dinero mantiene a salvo un rato, nada más.” La única vía que encuentra frente a esto es la lucidez. Que seamos capaces de encontrar espacios y autores que nos aporten lucidez. En este sentido, he traído, algunas reflexiones de dos autores: B. Spinoza y R. Rorty. Uno del siglo XVII y otro del XX. Aunque muy diferentes entre sí, ambos vivieron en lugares de bienestar. Amsterdam y Estados Unidos. Pero ambos consideran la importancia de las pasiones y los afectos como parte necesaria para establecer criterios políticos. Ambos consideran que la libertad y la democracia deben defenderse por encima de todo.

Ninguno cree en la Razón moderna como algo universal y común a todos los hombres. Spinoza introduce el deseo en el corazón del hombre pero también en la razón, y marca de este modo un nuevo discurso. Se opone a todo aquello que impida la alegría y la libertad del hombre. Toda su ontología es un sistema de fuerzas, fuerzas que se encuentran en relación. Así aquello que produzca alegría potencia el deseo del hombre y aquello que produzca tristeza lo enlentece. El único modo de lograr que el hombre viva en armonía consigo mismo es que su deseo pueda desarrollarse plenamente. Se trata de que lo ético y político nos enseñen a vivir en armonía con nosotros y con los otros. Desarrolla así una teoría de las pasiones, solo conociéndolas podremos lograr algo. Toda su obra me parece muy importante así como lo fue para Lacan. De Spinoza me quedo con su noción de que las dos pasiones  que perturban al hombre y su construcción política son el miedo y la esperanza. Ambas pasiones cree que son nocivas para la construcción de un mundo político. Diríamos que admite que son usadas por el discurso del amo, pero justamente por eso, se trata de no caer en ellas. Anulan la potencia del deseo.

Rorty por su parte, también critica la razón universal y la idea de una humanidad esencial y común a todos. Establece una crítica a la noción de lenguaje establecida por la modernidad, somos producto del lenguaje, somos respuestas a los léxicos en los que nacimos, y en esto el yo, es un tramado de contingencias. Las disciplinas de la modernidad y la ilustración eran la ciencia y la filosofía, hoy en cambio, serían la literatura, la antropología y las ciencias de la comunicación. Son ellas las encargadas de resolver los problemas ético-políticos que son los verdaderos problemas actuales.  Para Rorty el único modo de organizar otro mundo político, es a través de un cambio de léxicos. Lo que mantiene unidas las sociedades son los léxicos y las esperanzas comunes. Y esta estaría dada por la solidaridad.

No hay modo de reconciliar lo público y lo privado. A  nivel privado propone la ironía, que supone ser capaces de cuestionar el léxico de nuestra tribu, poder colocar dudas radicales en nuestra forma de ver el mundo. Cree en el psicoanálisis, por esto, porque este permite reconsiderar el léxico obtenido en el Otro, y construir el propio. A nivel socio político Rorty aspira a evitar la humillación y el sufrimiento pero el modo en que esto puede conseguirse no es a través de la razón, sino a través de la literatura, y de otras disciplinas que nos muestran algo distinto del nosotros. Miller en El Otro que no existe y sus comités de ética, sostiene que Lacan se interesó por el síntoma literario, que cosquillea al Otro universitario, del saber, puesto que implica un goce para el sujeto y allí inscribió su referencia a James Joyce.

2. 

Voy a la segunda parte que señala Antonio en su texto. El cartel como dique frente al anonimato, como la construcción de una república de las letras. Tengo la idea del cartel como lugar de entrada a la Escuela, tal como lo planteó Lacan, tengo la idea del cartel, como un lugar que nos aleje del discurso universitario.

Voy a rescatar una anécdota que tuvimos con Antonio en un trabajo realizamos varios colegas de la NEL. El tema era ‘El autismo del goce Versus los fenómenos de masa.’ Lo cual me parece muy pertinente para esta temática. (Coordinador: José Fernando Velásquez, Participantes: Antonio Aguirre, Giancarla Antezana, Tania Aramburo, Raúl Castañeda-Cerezo, Beatriz García, Mercedes Iglesias, Diego Tirado.

Y lo señalo porque frente a una discusión en torno al tema,  él insistía que era una interpretación de él, y yo le decía, pero creo que tiene sentido, que es válido hablar de la guerra de los síntomas. En el texto sosteníamos que los fenómenos de masa al igual que la mujer, se desdoblan. Tenemos por un lado fenómenos de masa en relación con el líder, armados bajo la identificación al caudillo, se logra por la regulación fálica, y los modelos son la iglesia y el ejército como señala Freud.  Por otro lado encontramos fenómenos de masa que tachan al Otro, cuestionan la ley e implican la lógica del no-todo, con manifestaciones que permiten pensar en las formas múltiples del goce femenino. Este segundo tipo de masas no responden al modelo freudiano.  “Son las guerras de los síntomas” como lo nombra Lacan en la Introducción a la edición alemana de los Escritos[1], y hay que ver la pasión que se pone en ellas, para no hablar del gusto y el goce en la destrucción. Nombro esta pequeña discusión porque me parece que ahí encontramos un diálogo fecundo que nos interrogaba a todos en la lectura de un texto.

En Hablo a las paredes Lacan sostiene: “Por lo tanto si la verdad no es el saber, es el no saber. El discurso analítico se sostiene en la frontera sensible entre la verdad y el saber, pues entonces, levantar la bandera del no saber es un buen camino” p21.

Afirma que los cuatro discursos no tienen carácter histórico ni mitológico, ni una nostalgia al modo de Rousseau, puesto que esas cosas sólo interesan al discurso universitario y sostiene que este son saberes que no quieren decir nada a nadie, es un semblante de saber. 

Es por esto que Miller señala que hay dos vías que cierran el acceso al inconsciente: la ignorancia (entregarse a ella con pasión implica siempre consolidar el saber establecido) y el poder (la pasión por el dominio oblitera lo que revela el acto fallido). El psicoanálisis enseña las virtudes de la impotencia: ella al menos respeta lo  real.

Así, de buenas a primeras, cualquier recién llegado puede hacer avanzar el psicoanálisis? Sí, esa es, de entrada, la apuesta de la Escuela cuando no se define como una «escuela de psicoanalistas y candidatos» sino de trabajadores, … Bonita forma de recibir a la gente! Uno llama a la puerta de la Escuela con la aldaba del «quiero ser…», otro con la del «quiero tener…» – cada uno lleva una aldaba distinta en el bolsillo que hace particular su demanda- y la escuela responde con otra aldaba, esa igual para todos y cada uno: la aldaba del trabajo en un cartel, que llama al deseo de saber. Este deseo, conviene saberlo de entrada, no es obvio para el psicoanálisis: hay que exponerlo, ponerlo a prueba, cultivar sus impasses y someterlos a la crítica que otros puedan ejercer.

Mi reflexión en relación a los modos que concebimos el cartel, o más bien mi pregunta, lo que me hace interrogarme es cómo lograr que cada uno de los integrantes estén agujereados desde lo real, cómo hacer para que una vez que se instale el cartel no caigamos en el discurso universitario, en el saber ya sabido, es decir el que no mueve, el que no interroga realmente al sujeto. No es algo dado, no está para nada dado esa posición, hay que escoger textos, hay que comentar y discutir, ciertamente, pero cómo se instala una causa, cómo se instala que todo eso que ubicamos en los montones de libros, de textos, de artículos, cómo instalar algo de una pregunta que me interrogue, que realmente me interrogue.  Entonces: ¿hay que estar en análisis? ¿Hay que hacer clínica? ¿Qué es lo que realmente se requiere para que un cartel sea realmente un cartel? No lo tengo para nada claro. Actualmente estoy en el Secretariado de carteles, y nos interrogamos en torno a esto, cuándo se da esa pregunta, que puede ser mínima, que no tiene que aportar muchos textos pero que da cuenta de algo, que transmite algo del orden de lo causal en un sujeto.

* Intervención de Mercedes Iglesias en el Vino Filosófico de la UCG dedicado a Antonio Aguirre Fuentes. Participaron también Fabián Mosquera, Joaquín Hernández. Conversación celebrada el 29 de julio del 2021.


[1]. Lacan, Jacques.  Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos en Otros Escritos (2012).

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