*Carretel

Por Gabriela Játiva Moyano

* Trabajo final del Seminario del CID 2019-2020, en torno al Seminario 1 de Lacan: “Los Escritos Técnicos de Freud”.

Al instinto[1] de muerte Lacan lo ubica en un punto de articulación entre lo simbólico y lo imaginario, y lo vemos “graficado” en Freud cuando detalla el juego que hace su nieto con la cuerda y el carretel, ésta invención, le permite asir de lo imaginario a lo simbólico, la nominación, en un esfuerzo significante prematuro, inventa además del juego las palabras con las que pesquisa la ausencia-presencia materna.

“Para la valoración afectiva de este juego no tiene importancia, desde luego, que el niño mismo lo inventara o se lo apropiara a raíz de una incitación [externa].[2]

El Fort-Da del pequeño, el juego apalabrado de Ernest, que da cuenta de una repetición dolorosa: la partida del objeto amado, es una invención que permite hacer circular una operatoria estructurante, la pérdida primera. Esto lleva a un niño de dieciocho meses a reproducir una escena valiéndose de un descubrimiento, el del lenguaje, que, a su vez, le permite inventar un juego en donde lo que no está, queda articulado a los significantes que acompañan a la acción de tirar y atraer el juguete.

“(…) La invención se opone más fácilmente al descubrimiento. Se descubre lo que ya está ahí, se inventa lo que no está.[3]

El lenguaje le permite d(n)ominar su privación, asumiéndola (ser dejado por la madre), interiorizándola (la madre se va pero regresa), gobernándola (“En la vivencia era pasivo, era afectado por ella; ahora se ponía en un papel activo repitiéndola como juego, a pesar de que fue displacentera[4]”).

En ésta pequeña cadena significante, la del fort-da[5]  -tomada de un océano en donde se es sumergido antes del nacimiento-, en las grietas entre uno y otro significante, se desprende la pulsión de muerte.

¿Qué lugar para la invención?, en ése caso, el juego y su apalabramiento.  En cada uno de nosotros, muy probablemente, el lenguaje, y con éste, la pregunta por el ser, pues el lenguaje es la inventiva que soporta la existencia, el dasein y sus posibilidades.

“El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre.[6]”, el lenguaje es el que abre la posibilidad de hacer algo con la falta, cuestionándola; haciendo surgir la pregunta por el ser, que emerge a posteriori,  de haber sido atravesados por el significante. Esto nos inserta de lleno en el terreno de la cadena significante y en sus fisuras, a la pulsión de muerte que se filtra y nos empuja de forma activa y silente a una repetición que se impone, que insiste en ése retorno a lo inanimado.

Insistencia que encuentra en cada una de las posibilidades del ser, la posibilidad de morir; y es ésta posibilidad de morir lo que arrojaría al ser a la invención; desde antes del primer latido del corazón humano, la posibilidad de muerte, existe. No así la pregunta sobre el ser, ni la de su muerte; el retorno a lo inanimado que desarrolla Freud en 1920 denota la insistencia del propio organismo a ésa finitud anterior:

“Y puesto que hemos discernido como la tendencia dominante de la vida anímica, y quizá de la vida nerviosa en general, la de rebajar, mantener constante, suprimir la tensión interna de estímulo (el principio de Nirvana, (…) de lo cual es expresión el principio de placer, ese constituye uno de nuestros más fuertes motivos para creer en la existencia de pulsiones de muerte.[7]

Saber de la propia muerte es algo que viene con el lenguaje, reconocer la posibilidad de muerte del ser, queda relegado a “(…) el «no sorprender» característico de lo que hace frente cotidianamente[8]”.  La muerte biológica y la muerte del ser, ante la primera avisados, ante la segunda inmersos en una suerte de realismo mágico[9] personal, obnubilados por la vida. Ante esto, Lacan responde al final del seminario 1,  “será preciso que afronte la muerte como todo ser plenamente realizado, y que asuma, en el sentido heideggeriano, su ser-para-la-muerte.[10]”, afirmación que como bien corrobora Lacan no se ciñe únicamente a una estructura, sino, a todo aquel que esté contento con ser esclavo. Asumir el ser-para-la-muerte como una suerte de subversión, que permita reconocer la finitud del ser, como una elección por la vida.

Referencias bibliográficas

  1. Lacan, J. Seminario I, Los escritos técnicos de Freud.Buenos Aires. Paidós.
  2. Freud, S. Obras completas –Tomo XVIII – Más allá del principio del placer. Buenos Aires, Amorrortu editores.
  3. Heidegger, M., Carta sobre el humanismo, Alianza editorial, Madrid.
  4. Heidegger, M., El ser y el tiempo. México. Fondo de cultura

[1] Referencia a la traducción en Paidós del seminario 1

[2] Freud, S. Obras completas –Tomo XVIII – Más allá del principio del placer. Buenos Aires, Amorrortu editores, 1era ed. 1972, 4ta reimpresión, 1992, Pág. 15

[3] Recuperado en: http://www.revistavirtualia.com/articulos/500/formas-contemporaneas-de-la-psicosis/la-invencion-psicotica

[4] Freud, S., Obras completas –Tomo XVIII – Más allá del principio del placer, Amorrortu editores, 1era ed. 1972 – 4ta reimpresión, Buenos Aires, 1992, Pág. 16

[5] “(…) sino que con gran destreza arrojaba el carretel, (…) el niño pronunciaba su significativo «o-o-o-o», y después, tirando del piolín, volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un amistoso «Da» {acá está}.” – Ibíd.

[6] Heidegger, M., Carta sobre el humanismo, Alianza editorial, Madrid, 2000, Pág. 11

[7] Freud, S., Obras completas –Tomo XVIII – Más allá del principio del placer, Amorrortu editores, 1era ed. 1972 – 4ta reimpresión, Buenos Aires, 1992, Pág. 54

[8] Heidegger, M., El ser y el tiempo, Capítulo 1 , Fondo de cultura económica, vigésima reimpresión, México, 2018, Pág. 276

[9] El realismo mágico es un movimiento literario y pictórico de mediados del siglo XX y se define por su preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común

[10] Lacan, J,. Seminario I, Los escritos técnicos de Freud, Paidós,23ava reimpresión, Buenos Aires, 2019, Pág. 416