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El cuerpo hablante: Boletín #25

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El texto de Jessica Jara destaca un aspecto central del psicoanálisis orientado por la ultimísima enseñanza de Lacan: se trata de saber hacer con la «lalengua». Entre el pathos y la pathosidad, surge un sin sentido que permitirá, tras muchas vueltas en el recorrido, ubicar esa marca, índice de la producción del sinthome. Ello exige del analista un saber leer, y agregaríamos: un saber esperar. ¡Buena lectura!

Pathos, pathosidad y la sola enunciación resonante.

Jessica Jara B.

Lacan señala que en el lenguaje todo se produce en el parloteo, en el balbuceo; y que, el nacimiento del lenguaje se da en la caverna, la capilla que da forma al vacío con sus paredes. 

Si bien Platón inventó la caverna, Lacan la hará resonar. Será en sus muros en los que resuena la propia voz y ¡es evidente que eso hace gozar! Se trata del eco en el cuerpo por el hecho de que ex -iste un decir. Esto no es un goce del dicho sino de la sola enunciación resonante.

Cuando el goce del “laleo” pasa en el ser hablante a goce del blablablá, el lenguaje se vuelve un cáncer que se nutre del sentido. El psicoanálisis lacaniano no se guía por este último sino que va en dirección al hacer con la “lalengua”. Así, Lacan en los 70’s mostró su propio ejercicio de ensa/eñamiento con la lengua: sus resonantes neologismos gozosos, inéditos trozos lenguajeros imposibles de traducir del todo.

Lalengua agujerea la lengua. La letra itera en el significante reiterativo y pulsa el cuerpo. Es el “vaveo egoísta” en el poema IX de “Trilce” de Vallejo. Allí la letra está fuera de toda dialéctica o cálculo posible, y vuelve al poema imposible de leer en voz alta. Solo entonces se trata de leer y no de descifrar, goce tan caro a los académicos.

En la práctica analítica pueden situarse las coordenadas del pathos: del sufrimiento y la pasión del ser. La pathosidad como síntoma es efecto de Un acontecimiento que impactó la carne. Trauma que es agujero y agujerea aún cualquier esfuerzo de historyzación. Aquí será el equívoco de la lengua el que libere el sinthome; siendo que, “equivocar” no es un juego intelectualoide de palabras sino sinsentido que resuena en el cuerpo (del) hablante.

Miller ha apuntado que “amuro” significa también que es preciso atravesar cada vez el muro del lenguaje para tratar de ceñirnos más a lo que hacemos en nuestra práctica analítica. Y, como diría Lacan, entonces… es cada vez más logrado el acto fallido.

El cuerpo hablante: Boletín #18

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Álvaro nos dice que Lacan introduce, en su última enseñanza, un nuevo imaginario, donde el inconsciente se soporta de la cópula entre el lenguaje y el cuerpo. En el nudo, en la intersección entre lo Imaginario y Real. Es un fuera del lenguaje no ligado a la cadena de sentido, sino del lado de ese goce que queda fuera del lenguaje y del que se tiene acceso solo por medio de la letra.

El cuerpo y el nuevo imaginario en la última enseñanza de Lacan
Álvaro Rendón Chasi

En la clase del 16 de marzo de 1976 ubicada en el Seminario 23, Lacan afirma que «hay que romperse, si puedo decir, con un nuevo imaginario concerniente al sentido» (Lacan, 1976, p. 177). En la última enseñanza el imaginario adquiere un nuevo valor al cual Lacan denomina un nuevo imaginario. Francisco Hugo Freda (2013) lo explicita adecuadamente: «… Qué el imaginario instaure el sentido». En el mismo Seminario 23, se manifiesta la homogeneidad que posee lo imaginario y lo real, y se añade que «el psicoanálisis, nada más, de cortocircuito que pasa por el sentido, el sentido como tal que he definido recién por la copulación, en suma, del lenguaje ― puesto que es de eso que yo soporto el inconsciente ― de la copulación del lenguaje con nuestro propio cuerpo.» (Lacan, 1976, p. 177). Si en estas palabras se recoge que el inconsciente se soporta de la cópula entre el lenguaje y el cuerpo, ¿de qué cuerpo se habla en la última enseñanza?

En La tercera, discurso pronunciado por Lacan en el VII Congreso de la Ecole freudienne de Paris, en Roma, en1974 propone el siguiente esquema topológico:

Se puede precisar dos puntos del gráfico referente al goce. Primero, en la intersección entre Simbólico y Real se ubica el goce fálico: se encuadra lo conexo a la supremacía de lo simbólico sobre lo real, siendo un goce que se ubica fuera del cuerpo. Segundo, en la intersección entre lo Imaginario y Real se ubica el goce del Otro, como lo llama Lacan en La Tercera, y que más adelante tomará el nombre de goce femenino. Este goce está fuera del lenguaje. A partir de esto se puede esclarecer que se trata del cuerpo que habla, no ligado a la cadena de sentido, sino del lado de ese goce que queda fuera del lenguaje y del que se tiene acceso solo por medio de la letra, lo que toma primacía en la última enseñanza. Piedad Ortega (2015) menciona que se ubica la concepción de «Un-cuerpo donde hay pertenencia y no identificación, por tanto, es un cuerpo que se goza y, […] habla en tanto su dimensión real a lo que nos aproxima lalengua

¿De qué cuerpo se habla en la última enseñanza? Es el mismo cuerpo quien habla: el cuerpo hablante. En esta medida, el cuerpo hablante habla en términos de pulsiones. Entonces, ¿cómo se analiza al parletre? «el sentido de la interpretación es el goce» (Miller, 2015). Vale precisar en este cierre que lo que el analista deberá escuchar es el silencio de la metáfora y el decir del cuerpo hablante.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

El cuerpo hablante: Boletín #12

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Primero Antonio se interroga y podemos decir que también lo hace con nosotros: ¿De qué modo se anudan el agujero del inconsciente y el rasgo vacío del síntoma?, luego nos dice, Lacan nos da una pista a seguir. La lectura nos permitirá descubrir la pista que Antonio ha encontrado en Lacan.

El rasgo conservador del síntoma, el agujero y la poesía
Antonio Aguirre

En el caso Dora, Freud hablando del síntoma, dice que su constitución somática acarrea mucho trabajo. Pero que una vez logrado dicho síntoma sirve simultánea y sucesivamente a varios contenidos de pensamientos inconscientes. Ubica entonces un «rasgo conservador» del síntoma, un rasgo somático que no es afectado por el psicoanálisis, pues éste actúa solo sobre los contenidos inconscientes.

Entendemos que si hay represión primordial e inconsciente inaccesible, también hay un síntoma no analizable. Este último figura como un «odre viejo» y vacío, que facilita la descarga de pensamientos inconscientes nuevos. O mejor: el síntoma es un trazo intemporal, una letra ya-allí, que conduce nuevas ideas inconscientes a una satisfacción, a un goce sintomático.

Lacan hace el elogio del vacío, explicado por Francois Cheng. Allí está el espacio para una creación poética, un gesto de escritura inédito y una lectura sin par.

¿De qué modo se anudan el agujero del inconsciente y el rasgo vacío del síntoma? ¿Qué hacen juntos lo que no cesa de escribirse del síntoma, al lado de lo que no cesa de no escribirse del agujero del inconsciente?

Invocando el vacío de la poética china Lacan nos da una pista a seguir: es en la contingencia de un decir donde hay que apostar, sin chocar con el rasgo conservador ni caer en el agujero.

* Fragmento del texto El agujero del inconsciente, Blog de sede NEL, Guayaquil, categoría CID.

El cuerpo hablante: Boletín #9

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A partir de un trozo de una obra literaria preciso y precioso, Mayra de Hanze nos lleva a pensar la articulación que puede o no hacer converger el síntoma con el escabel. ¡Buena lectura!

¿Escabelizar el sinthome?
Mayra de Hanze

Lacan designa el sinthome madaquin y el sinthome roule, como el sinthome ortodoxo y el sinthome herético respectivamente, esto nos permite entender que la perspectiva llamada herética, implica que la ortodoxia (lo normal) no es más que un régimen particular del sinthome, del mismo modo que una secuencia, normada, regulada, no es otra cosa que una secuencia cuya ley de formación se dio al principio (con el Nombre del Padre) para evitar todo suspenso y toda sorpresa.

El sinthome roule es el síntoma desnudado en su estructura y en su real, el madaquin es el sinthome elevado al semblante, vuelto maniquí, y velado por las sublimaciones disponibles en la tienda de los accesorios: el ser y su esplendor, lo verdadero, lo bueno, lo bello, etc.

Lacan nombró el medio elevatorio de la sublimación como operación ascensional con el término hegeliano de Aufhebung, pero en su escrito «Joyce el Síntoma» le da el nombre más expresivo de «escabel»

El escabel hace hincapié en el cuerpo. Así mismo, Lacan designa el sinthome como acontecimiento corporal, que no es el síntoma freudiano como verdad. Joyce, hereje, partidario del sinthome roule, priva al sinthome de su madaquinismo, pero esto no le impide querer treparse con su sinthome al «l´SK beau» de la obra de arte. J.A. Miller. Nota paso a paso, Seminario 23- Lacan, pg. 204, Editorial Paidós, Bs As, 2006.

Si Lacan se apasionó por Joyce, es por haber sabido hacer converger el síntoma con el escabel.

Hacer del síntoma un escabel tal vez sea lo que ocurre en un pase.

Lo que enseña Joyce al psicoanálisis es que el sinthome, es lo que ya está, es nuestro punto de partida, nuestro marco, nuestra boya (2) Gerardo Arenas. Sutilezas, pg. 141.

Por ello dirá Stiglizt recordando a Elliot, «nuestro recorrido finalizará en nuestro punto de partida para reconocerlo por primera vez»

De este modo el sinthoma es una suplencia cuya finalidad es la de servir para salvarse de un naufragio, es decir, promover un saber hacer.

Juan José Millas, da cuenta en su obra «La mujer loca» del funcionamiento de un sinthome sin que se sepa de él. Millás se interesa por la asimetría corporal y mental de Julia, ha sido sensible a los agujeros abiertos en el yo de ésta, más allá del zurcido que ha realizado.

La joven le pregunta a Millás ¿es normal que se me aparezcan frases? Se me aparecen frases con problemas y pretenden que yo se los solucione. ¿Y tú qué haces? interroga Millás. Les pido que se quiten la ropa y que se tumben en la camilla, para examinarlas.

Julia le revela a Millas que está aprendiendo a meditar para conquistar el silencio, que es el único fenómeno de este mundo que carece de gramática, al carecer de sintaxis y morfología, podría echar de su mente el ruido y las personas imaginarias que la visitan en su cabeza.

Boletín Seminario de Formación Lacaniana #27

«Cuerpo, imagen y lenguaje: sus anudamientos por la vía del sinthome” 

Marcus André Vieira
Sesión del 19 de marzo de 2016
Joyza

La conferencia “Joyce el síntoma”[1] fue dada por Lacan en la Sorbona el 16 de junio de 1975 y está publicada como un anexo en el Seminario 23. En ella, Lacan evoca sus encuentros con Joyce en París, cuando joven, en la librería de Adrienne Monnier que aún existe: Shakespeare and Company.
 
Lacan indica que sinthome es la escritura antigua, primera de síntoma. El sinthome es el síntoma que ya no reenvía a otros significantes y, reducido a su vocación de letra, no llama a la interpretación.
 
La Conferencia alude a Finnegans Wake, obra del goce y no del sentido.  A partir de ella, Lacan sugiere que el síntoma de Joyce “…no les concierne…no hay ninguna oportunidad de que atrape algo del inconsciente de ustedes”. Y a Joyce mismo convendría llamarlo…el sinthome, afirma, “…en la medida en que el inconsciente se anuda con el sinthome, que es lo que hay de singular en cada individuo…”
 
La temática del sinthome convoca a la NEL al próximo Seminario de Formación Lacaniana, cuyo expositor será Marcus A. Vieira. La Sede Guayaquil y la Delegación La Paz están a cargo de provocar el interés y el entusiasmo por el encuentro. En este Boletín, queremos compartir un video sobre Joyce elaborado por Álvaro Rendón, responsable del blog de la NEL Guayaquil. El video está acompañado por música de Arnold  Schoenberg (1874-1951) compositor y artista austriaco de origen judío cuyo trabajo  abrió la vía al serialismo.  De él dice Miller en la Conferencia El inconsciente y el cuerpo hablante: «Quizás lo que corresponde a Joyce en el registro de la música sea la composición atonal, inaugurada por Schoenberg…”[2]
 
Los invitamos a ver el link y adentrarnos en la apasionante temática para la cual hemos sugerido, como bibliografía, los testimonios del pase.
 
 Link: https://www.youtube.com/watch?v=-q0yYe6Ay7U
 
 [1] Lacan, J. El Seminario, libro 23El Sinthome, Paidós, Bs. Aires, 2006

[2] Nota preparada por Alvaro Rendón.