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El sueño y el despertar

 

Este texto es un aporte en relación a la cita que se propone en el Boletín 3 de “La Nel Despierta”.  Dividiré la cita, que se encuentra en la pag. 184 del Seminario de Miller, “El ser y el Uno”,  en dos partes para relacinarla con un artículo de Angélica Marchesini en la revista e-Mariposa #12, “Los sueños al inicio y a la salida de la cura”.

Por: Juan Pablo Bitar

En la página 20 de la revista  mencionada, Néstor Yellati , nos relata que “El interés de Freud en los sueños obedece a más de una razón. Su conclusión final es seguramente la más importante: el sueño es un relato, el relato del mismo y son el camino privilegiado a la verdad del inconsciente…  Es Lacan quien, a partir de su experiencia subjetiva, puede decir que a diferencia de Freud, él siempre estuvo animado por el deseo de despertar.  Un despertar que no es el que lleva a la vigilia, una forma de seguir durmiendo en el fantasma, sino un despertar a lo real, con lo que esto tiene de paradójico, porque despertar a lo real es imposible”

Lacan en “Función y campo de la palabra” nos recuerda que el medio a través del cual realizamos nuestra práctica es la palabra, “y es esta la que confiere a las funciones del individuo un sentido; su dominio es el del discurso concreto en cuanto campo de la realidad trans-individual del sujeto; sus operaciones son las de la historia en cuanto que constituye la emergencia de la verdad en lo real.” Pag 250

“El modo en que terminan los análisis depende, en buena medida, de la forma en que se conciben sus comienzos.” Forma en la que Angélica Marchesini da inicio al trabajo  mencionado de la revista, en donde relata un sueño de inicio y otro del final y las respectivas intervenciones del analista.

Cito a Miller:

  1. “Pues bien, pasando del reconocimiento a la causa, Lacan desplaza también el punto de aplicación de la práctica analítica del deseo al goce. El primer tramo de su enseñanza, apoyado en la falta-en-ser y el deseo de ser, prescribe un cierto régimen de interpretación, digamos la interpretación de reconocimiento. Es aquélla que reconoce el deseo sobreentendido y que lo exhibe. Es preciso decir que cada vez que uno se consagra a interpretar un sueño, en efecto, practica la interpretación de reconocimiento”.

En el sueño de inicio Angélica relata: “…el analista era el ventrílocuo que hablaba, y yo su muñeco.  La voz era del Otro: era el analista el encargado de ponerle sonido a la voz cautiva.  De niña los muñecos me causaban inquietud y miedo: los relacionaba a la impresión de vida en un objeto inanimado.  Sólo más tarde pude articular ese arte con el principio básico de la respiración… Durante ese tiempo, me prestaba a la creencia de que el Otro me dejaba sin aire y sin voz propia.  No hay sujeto en el Otro de la transferencia: el analista queda, así, reducido a una voz, que ha sido el soporte del analista en la cura.  En mis momentos de tropiezo con el orden simbólico, el Otro era un receptor de aire.  Así, si bien el S1 seguía, experimentó su transformación en la mitad del recorrido, cuando el analista intervino, diciéndome: Usted es un respirador”.

Puedo pensar incluso que la interpretación del analista,  si bien lleva a dar algo de sentido a eso que está sin sentido,  es, como dice Miller “…interpretar el deseo es también acordarle ser. En ese punto la intervención es creacionista.”  pag. 176  Es decir, que el analista, de alguna forma, al intervenir, de alguna forma crea, da sentido al sin sentido del sueño, permitiendo un desplazamiento de ese S1 sin mayor sentido a una formulación con la que toparé más adelante en el sueño del final.

Volviendo a “El Ser y el Uno”, sigo con la cita la cual me ha puesto a trabajar:

  1. “Pero hay otro régimen de interpretación, cuyo fundamento no es el deseo sino la causa del deseo; este segundo régimen es el de una interpretación que aborda el deseo como una defensa contra lo que existe y lo que existe, en oposición al deseo que es falta-en-ser, es aquello que Freud abordara a título de pulsiones y es designado goce por Lacan”.

Ante el goce, dice Miller, “hay que desistir de la intención creacionista”, es decir, no hay que darle ni interpretación ni sentido, sino como él lo dice “constatar, o delimitar”

Si bien, el analista en el primer sueño delimita el sueño al decir: “Usted es un respirador”, es justamente ese señalamiento a la relación del sujeto con su goce que da paso a un desplazamiento que se da en lo que Angélica Marchesini denomina como el sueño del final. Cito: “El sueño del final me ubicaba en la casa paterna.  Allí, mi madre se atraganta, imposibilitada de coordinar la deglución con la respiración.  Mientras le doy una pequeña palmada en la espalda, le grito con mucha fuerza: “Respirá”. Me despierto sobresaltada por mi propio grito y, al día siguiente, relato el sueño en análisis.  El analista me pide repetirlo. Era el reverso de “Padre no ves que ardo”, dice. Vida y muerte se unían, otra vez, en la escena que encarnábamos.  El grito era, sin más, una afirmación desesperada de la vida: “Respirá”.   La diferencia es que ya no soy yo la responsable de dar aire al Otro, sino que le indico  que lo haga por sus propios medios, que respire por él solo.  ES una muestra de que el Otro ya no me necesita, como era mi ficción. “

Esta relación que se ha intentado realizar, ¿qué cercanía tiene con la pregunta que harán los AE en funciones durante los Seminarios de Formación Lacaniana?

La pregunta en cuestión, ¿Qué consecuencias podemos extraer para la formación del analista, en la Escuela del Pase, del estatuto de los sueños y de su interpretación en la cura cuando, como nos propone E. Laurent, se trata de “diferenciar la fórmula freudiana que sostiene que los sueños son una realización del deseo, por una fórmula lacaniana donde en los sueños se apunta a la realización del despertar”.

Si bien, este corto relato da cuenta de un cambio en la posición subjetiva de esta ex-AE, es la intervención que hace el analista la que da un inicio a un trabajo analítico, una interpretación apoyada, podría decirse, en un reconocimiento.  “El reconocimiento es lo que el deseo demanda, pero que precisamente el alcance del deseo va más allá de la demanda y ninguna satisfacción de la demanda, ni siquiera aquella de la demanda de reconocimiento está en condiciones de satisfacer el deseo.”  Pag. 183

Si bien el despertar puede apuntar la cita de Laurent, que propone que nos lleva a un despertar de aquello en lo que estamos atados, a un despertar del “deseo” en tanto que estamos de alguna forma apuntalados al deseo del Otro, Miller nos dice que “la verdad que se desprende del pase de Lacan es ésta, la verdad que da la clave de la deflación del deseo allí producida que es el deseo que nunca ha sido sino el deseo del Otro.  Es por ahí que ese Otro siempre supuesto, siempre imaginado, viene a ser evacuado junto a la consistencia del deseo.” Pag. 186