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Cuando lo “ Έτερος” constituye la fuente de una inspiración

Presentación al texto para I Jornada Nel-Guayaquil

Vamos a cerrar las publicaciones que contribuyeron a la preparación del tema ¿Qué quiere una mujer? Los tratamientos de lo femenino, tema de la Primera Jornada de Nel-Guayaquil, con la participación de nuestra querida colega María de los Ángeles Morana, de Nel-Cali, quien entusiasmada por la temática de la Jornada, nos envía una fina articulación epistémica, “Cuando un hombre puede prestarse de relevo para que una mujer consienta a convertirse en Otro para sí misma y para él” sin temor a contagiarse de la feminidad y quedar sometido a su influencia.

Lo hace a partir del intercambio  epistolar que mantuviera Juan Rulfo con su novia Clara Aparicio, ella después de 50 años, publica a modo de libro, “Aíres de las colinas” las 81 cartas recibidas por su novio Juan Rulfo.

Mayra de Hanze

Cuando lo “ Έτερος” constituye la fuente de una inspiración

Por: María de los Angeles Morana P.

Dice el Dr. Lacan en el Aún que el Otro representa “aquello con lo que la mujer está intrínsecamente relacionada”[1]. Años atrás en un congreso sobre la sexualidad femenina indicó que el hombre puede prestarse de relevo para que ella consienta a convertirse en Otro para sí misma y para él[2].  El relevo, del latín relevare, exonerar de un peso o poner algo de relieve y exaltarlo es la función que cumple un hombre cuando no teme “contagiarse” de la feminidad y quedar sometido a su influencia[3]. La alteridad femenina, vinculada a Otra cosa, le permite a él servirse de que ella sea no-toda para él. En palabras de Juan Rulfo, esa alteridad encarnada por Clara Aparicio le ayudó a  “defenderse contra la inclinación a batallar solo”[4] y le impulsó a introducir una perturbación en el intento vano de calcular la vida, ya que el alma no tolera muy bien la incertidumbre, como escribe el 21 de marzo de 1947: “… no debes dejarme en paz”, le dice, “Porque cuando siento que quiero estar en paz es cuando tengo la tendencia a dejar que el mundo camine por su cuenta y que pase todo sin importarme a mí nada”[5].

Rulfo, huérfano de sus padres tempranamente, es depositado por sus parientes en un orfelinato. En sus cartas a la amada, confiesa su gran temor al daño que procede del otro y su andar por la vida “solo y desamparado”; haciendo de la lectura su refugio pero también gozando de apartarse. Convoca pues a Clara a despertarle de la desidia y de la ensoñación para proveer los sueños del suelo de la hiancia, sobre la que zozobran los semblantes que pretenden sostener un Otro de la consistencia. En una carta anterior (fines de febrero del mismo año), describe su trabajo como capataz en una fábrica de neumáticos del Distrito Capital: “… en este mundo extraño el hombre es una máquina y la máquina está considerada como hombre” (…) “nunca había visto yo tanta miseria junta; tanta fuerza unida para acabar con el sentido humano del hombre”. Pero también allí exalta la compañía de ella en la distancia, sobre la que prosperan versos: “Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña.

Es una cosa que nos mira y se va.

Como se va la sangre de una herida.

Como se va la muerte de la vida”[6].

Releer algunas de sus cartas teñidas por la queja frente a las difíciles circunstancias de sus vidas, le lleva a pelear con su tristeza, a no abundar en ella, allí donde el secreto a voces de su inspiración encuentra un nombre: “Clara, rosa, claridad”. El escritor habla de una mujer “puesto que de más de una no se puede hablar”[7] y le habla a una lo que para él significa que “en el horizonte está la alegría”[8]. Cuando un hombre no reprocha ser Otra a la elegida, es posible un amor sin amuro. Allí lo hétèros como una flor abriéndose de súbito permite:

“En un grano de arena ver un Mundo

  y en cada flor silvestre el Paraíso,

  vivir la eternidad en una hora,

  sostener en la palma el infinito”. W. Blake[9].

 

[1] Lacan, J. El Seminario. Libro XX. Aún. Paidós, Barcelona, 1981. cit., p.98

[2] Lacan, J. Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina. En: Escritos 2. S.XXI Ed. 1987. pp.710-711.

[3] Freud, S. El Tabú de la virginidad. En: Obras Completas. T.III. Biblioteca Nueva, Madrid, 1973. p.2447

[4] Rulfo, J. Aire de las colinas. Cartas a Clara. Ed. Sudamericana, Bs., As. 2000.

[5] Op., cit.

[6] Op., cit. Carta No 7. Guadalajara 10/1944.

[7] Lacan, J. Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión. Anagrama, Barcelona, 1977.cit., p.128.

[8] Miller, J.-A. Los divinos detalles. Paidós, Bs., As. 2010. cit. p. 189.

[9] Blake traducido por J. L. Borges. En: Biblioteca ignoria. Blogspot.com.co/09/2017.