Archivo de la categoría: Carteles

Agradecimiento a Gerardo Arenas

La Nel Guayaquil agradece a Gerardo Arenas por su generosa participación en torno al tema “El Cartel. Tensiones Fecundas”.
 
Algunas ideas que Gerardo transmitió:
Zambullirse en la práctica y luego en el ejercicio de la supervisión tiene efectos de formación. Efectos que, señaló, se dan a través de la conversación y de la inmersión en el discurso analítico. Esto supone al analista que otorga dignidad a lo singular, diferente al discurso aplastante de los grupos.
 
La Escuela no está exenta del peligro del discurso que masifica. Frente a ello, el arma es el cartel. El cartel como solución retoma el estilo singular de cada uno para hacer lazos libidinales con otro y con la Escuela. En ese movimiento impredecible lo singular, animado por una pasión, retorna a la Escuela y la vivifica.
 
Mónica Febres Cordero
Directora
 
María Victoria Clavijo
Coordinadora de Carteles

RECORDATORIO: El cartel: tensiones fecundas

«La ignorancia es una pasión. No es para mí una minusvalía ni tampoco es un déficit. Es otra cosa. La ignorancia está ligada al saber, es una manera de establecer el saber(…)

Jacques Lacan, Hablo a las paredes. Saber, ignorancia, verdad y goce. 

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El cartel: tensiones fecundas

«Aquel que me interroga sabe también leerme”
Exergo
Jacques Lacan
Televisión, Otros Escritos, pág. 535

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De un cartel a otro

Por Juan de Althaus

En el Acto de Fundación de la Escuela francesa de Psicoanálisis Lacan plantea que participar en ella implica el compromiso a una transferencia de trabajo, para lo cual inventa el pequeño grupo llamado cartel. En la página 254 de los Otros escritos, en el acápite 7 De la Escuela como experiencia inaugural, señala que “La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo. Los ‘seminarios’, incluido nuestro curso de Hautes Études, no fundarán nada si no se remiten a esa transferencia”. De esto se deduce que el conjunto de otras actividades de la Escuela se sustenta del trabajo en el cartel.

Esta orientación Lacan la mantiene durante toda su enseñanza. Así, en su Seminario 27. Disolución, en 1980, se lee: “Con ellos –sin dilatación- arranco la Causa freudiana y restauro en su favor el órgano de base retomado de la fundación de la Escuela, es decir, el cartel, del cual, experiencia hecha, afino la formalización”. Restaurar el órgano base del cartel significa que había pasado al olvido en la Escuela que disuelve.

Como proposición principal encontramos que el cartel es el órgano base de la Escuela, y como afirmación derivada, que es la puerta de entrada a la Escuela, pero no para quedarse en el zaguán contemplando los interiores, sino que “luego de un tiempo de funcionamiento (el cartel), a los elementos de un grupo se les propondrá permutar en otro”.

En tanto que se trata de agrupar singularidades con su rasgo propio en el trabajo del cartel, cada uno es diferente, así como cada reunión del cartel es único. El más uno designado debe mantener el deseo de saber sobre la episteme sicoanalítica de cada uno de sus cartelizantes, y siempre habrá algo nuevo que decir, y algo nuevo que faltó decir.

Hay cierta convergencia entre el final de un análisis y presentarse al pase con su testimonio, con el final del cartel y sus productos escritos. Estos tienen que “pasar” al Otro de la Escuela a ser expuestos, discutidos, registrados y publicados. Esta acción puede ser considerada como un acontecimiento de Escuela cuyas resonancias remueven el pegoteo imaginario que la cómoda satisfacción estanca.

Si la Escuela es un refugio ante el malestar de la civilización, es porque se obtiene cierto goce vivificante en el trabajo del cartel que se transfiere a otros. Entrar a la Escuela por el cartel es estar decidido a sostenerse en ese lugar pasando de un cartel a otro, sin quedarse contemplando las paredes en silencio, más bien, hablándoles.

Cartel, puerta de entrada a la Escuela. ¿Qué quiere decir?

Por María Victoria Clavijo – 2 de julio de 2021

La Escuela y el cartel tienen la misma fecha de nacimiento. El acto de fundación de la Escuela francesa de Psicoanálisis el 2 de junio de 1964[1] por parte de Jacques Lacan, funda  una colectividad llamada Escuela e instaura también un modo de trabajo en ella, llamado cartel.  Me permito citar el inicio del texto:

“Fundo -tan solo como siempre lo estuve en mi relación con la causa psicoanalítica, La Escuela francesa de psicoanálisis (…) mi intención es que este título (EFP), represente el organismo en el que debe cumplirse un trabajo, que el campo que Freud abrió, restaure el filo cortante de su verdad (…) este objetivo de trabajo es indisoluble de una formación a dispensar en ese movimiento de reconquista.  Es decir, que están habilitados de pleno derecho a aquellos a quienes yo mismo formé, que están invitados a él todos quienes puedan contribuir a poner a prueba lo bien fundado de esta formación.

Para la ejecución del trabajo, adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo. Cada uno se compondrá de 3 como mínimo, de 5 como máximo, cuatro es la justa. MAS UNA encargada de la selección, de la discusión y el destino que se reservará al trabajo de cada uno.”

Esta es la presentación de lo que Lacan desea, una escuela de trabajadores.  En estos dos pequeños párrafos aparecen expresiones como: “cumplirse un trabajo”, “objetivo de trabajo”, “contribuir a poner a prueba”, “elaboración sostenida”. La Escuela acoge el trabajo de cada uno de sus miembros, los de pleno derecho (analizantes de Lacan) y los invitados, de todos ellos se espera lo mismo: poner a prueba su formación.  Este cambio supone un giro 180 grados respecto de la institución analítica en la que Lacan era didacta y en la que se formó, a saber, la sociedad francesa de psicoanálisis. En ella, la institución estaba conformada por quien hubiera completado el cursus de seminarios teóricos, los años de análisis estipulados con una analista autorizado llamado didacta y las horas de supervisión clínica asignadas. Una vez terminado el ciclo de estudios, el candidato se volvía miembro de pleno derecho, un miembro que no tiene ya mucho que demostrar, pues el periodo que se destinaba para ello era el periodo como candidato en formación. A diferencia de la asociación, la Escuela creada por Lacan, su razón de ser, el deseo a realizar en ella es el de un trabajo a producir de manera sostenida y permanente. La Escuela entonces, no es un lugar de llegada de un proceso didáctico, o educativo o de entrenamiento, sino un lugar de exposición, verificación, y elaboración de lo que la enseñanza de Jacques Lacan  enseña, a cada uno, uno por uno.   El concepto de Escuela de Lacan se remonta más a la escuela platónica que a la Universidad. De hecho, Miller recuerda que la Escuela entendida de manera clásica remite a grupo de seguidores de una enseñanza y es más antigua que la propia Universidad. Hoy la transmisión de saber se ha concentrado en la universidad. Es por ello, que la Escuela hoy, supone hacer un esfuerzo. [2]

¿De qué esfuerzo se trata? Es una pregunta que me orienta. Un esfuerzo más para ser lacaniano, un esfuerzo de poesía, un esfuerzo en el cartel. ¿Por qué no?

En enero de 1980, Lacan disuelve su Escuela, y en marzo pide a aquellos que se quieren quedar con él, que hagan otro trabajo, el del duelo por  la Escuela, para tomar la posta de otro  trabajo.  Lo cito: “Créaseme: a nadie admitiré para que juguetee en la Causa freudiana, sino seriamente desescuelado-despegado (d’école). (…) Paso a los otros que, este trabajo, no tienen que hacerlo, por no haber sido de mi Escuela – sin que se pueda decir  ésta no los haya intoxicado.

Con ellos, sin demora, lanzo la Causa freudiana – y restauro en su favor el órgano de base

tomado de la fundación de la Escuela, o sea el cartel, cuya formalización, tomando en cuenta la experiencia, afino.

Primero – Cuatro se eligen, para proseguir un trabajo que debe tener su producto. Aclaro: producto propio de cada uno y no colectivo.

Segundo – La conjunción de los cuatro se efectúa en torno de un Más-Uno que, si bien es cualquiera, debe ser alguien. A su cargo estará velar por los efectos internos de la empresa y provocar su elaboración.

Tercero – Para prevenir el efecto de pegoteo, la permutación debe hacerse, en el término fijado de un año, dos como máximo.

Cuarto – Ningún progreso se ha de esperar, salvo el de poner a cielo abierto, periódicamente, tanto los resultados como las crisis del trabajo.

Quinto – El sorteo asegurará la renovación regular de los puntos de referencia creados a fin de vectorializar el conjunto.

La Causa freudiana no es Escuela, sino Campo – donde cada cual tendrá vía libre para demostrar qué hace con el saber que la experiencia deposita. (…) Abrevio aquí la puesta a punto necesaria para la puesta en marcha.”[3]

Esta es una referencia que encuentro fundamental para situar el cartel como órgano base, puerta de despegue de la Escuela. En 1964, la entrada a la Escuela se hace por un trabajo en el cartel de aquellos que ya eran miembros de la Internacional, es un instrumento político cuyo objetivo era conmover los cimientos de la estandarización de la formación del analista, y hacer hablar a los que se habían acomodado en su prestigio silencioso como psicoanalista consumado, identificado su  ser al Sujeto supuesto saber. En marzo del 80, el cartel sirve a Lacan una vez más para pasar un trabajo a los otros, es decir una institución analítica, la Escuela de la Causa Freudiana, cuyo sostén es un trabajo transferido por el propio Lacan. Una Escuela cuyo secreto es el lazo de trabajo en quienes la componen. En este contexto preciso considero que el esfuerzo por la Escuela, consistió en un esfuerzo y una apuesta a realizar un trabajo  por la existencia de la enseñanza de Lacan, sin Lacan. 

¿Es el cartel hoy una puerta de entrada a la Escuela de hoy?

Diría, de una manera muy simple, que el cartel es una puerta, y se la abre si se la sabe tocar desde adentro, es decir a partir del trabajo de cada uno.  Es un trabajo que consiste en el estudio de los textos de referencia, los de Freud, los de Lacan, es el trabajo de lectura como efecto de un bien decir provocador de elaboración del más Uno, y también de los otros cartelizantes, que avivan cada vez la pregunta que siempre tiende a cerrarse en un saber obtenido, ya sabido.

 En el cartel,  se apuesta por poder  suspender el saber para dejarse enseñar,  es decir, es el dispositivo de la docta ignorancia,  que mostrando el recorrido de los propios callejones sin salida,  de las incomprensiones, y atolladeros del escrito lacaniano, y también, de vez en cuando, alguna  respuesta tentativa, no-toda, pueda darse, avivado el fuego del deseo de saber  por las chispas  de la conversación con los otros cuatro, que provocan, cuestionan, incluso sospechan… sospecha ojalá, de un saber completo, sin falla, instituido, o referencial. El cartel es la apuesta del trabajo colectivo, que es absolutamente necesario para producir la pequeña diferencia de la elaboración propia, palabra cualquiera puede tomar en la Escuela. El cartel iguala a los que puedan embrollarse en sus identificaciones del tipo “analista”, “no analista”. Todos, cada uno, hace su entrada en la Escuela cada vez. Era el deseo de Lacan. ¿Estamos a la altura de ese


[1] Lacan, Jacques. Acto de fundación Otros Escritos, Paidós (2012)

[2]Miller, Jacques-Alain. El concepto de Escuela. En: https://wapol.org/es/las_escuelas/

[3] Lacan, Jaques. Despegue o decolaje de la Escuela.  https://www.wapol.org/es/las_escuelas/

El arte sutil de «ser» más uno…

Por: Jéssica Jara

Sobre el más-uno he abordado en elaboraciones previas sobre «Lo imposible de gobernar» que se trata, según Miller, de un «líder pobre». Esto también debilita la elección del profesor que más sabe, del más carismático… Es decir, la elección del «más». Obviamente, tampoco se trata de que gobierne la pereza ni que reine la comodidad.


Para Lacan el más-uno es alguien elegido que promueve la discusión en el cartel y vectoriza a la Escuela el trabajo. Queda claro que la apuesta de Lacan es que los cartelizantes «hacen» el trabajo de la Escuela. Otra función del más uno es contrariar el efecto de grupo (el pegoteo imaginario), encausando la labor de cada cual en torno a su propio rasgo. Es decir, la orientación por el Uno.
Ahora principalizo «el arte de ser más uno»: una labor que implica un cierto saber hacer allí. Y allí se trata de no creerse «el efecto de atractivo» que le confiere su posición, sino de referirlo a otra parte: a Freud, a Lacan, a Miller.


Al respecto, les comparto el texto de J.-A. Miller con esta última referencia, «Cinco variaciones de la elaboración provocada»: https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=10&intEdicion=3&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=295&intIdiomaArticulo=1
Evocando a un Freud analizante, quien a una avanzada edad aún se apremia por dilucidar las conexiones inconscientes de la tachadura de una palabra, de un sutil acto fallido, dejándonos un precioso testimonio escrito de sus cavilaciones y deseos más íntimos; apunto a la labor singular del más-uno como una función sutil de apuntar y sostener un enlace inesperado, cada vez, entre lo Uno y lo colectivo del cartel. 
Si hay pincel también habrá filo cortante… Para concluir, el más uno encontrará el modo de favorecer hacer-pasar esos hallazgos cartelizantes modestos e inéditos al Otro de la Escuela.
Como notaron, mis S1 a poner a trabajar en cartel en esta ocasión son: «Artegullo», «escritoser» y «sutilezas analíticas». Nos conectamos este sábado a las 11h00 para hablar del cartel, para elegirnos entre nosotros, para conformar un cartel…


Cordialmente,
Jessica Jara de AguirreComisión de Carteles NEL

Convocatoria para formar carteles de la Nueva Escuela Lacaniana-Guayaquil

A los miembros y asociados de NEL Guayaquil, a los amigos del psicoanálisis y de la Escuela, los invitamos a inscribirse, individualmente o como grupo (3, 4, 5, personas) para constituir carteles.

Las solicitudes, vía mail, se dirigirán al coordinador de carteles, Antonio Aguirre, con copia a la directora de NEL Guayaquil, Mónica Febres-Cordero de Espinel.

La comisión de carteles será la encargada de acordar con los interesados los agrupamientos de cartel, el rasgo o tema de estudio, la nominación del más-uno del cartel y los datos necesarios para los contactos.

Escribir a antoni.guirre.f@gmail.com
CC.   febrescorderomonica115@gmail.com

Antonio Aguirre F.
Coordinador de carteles 

Dignidad, lo indigno y la indignación

Por Juan de Althaus

Producto del cartel flash hacia IX ENAPOL

La dignidad implica que la singularidad de un sujeto es merecedora de un reconocimiento por parte del Otro. Se considera digno a alguien porque de alguna manera logra hacer lazo social en el lugar donde se encuentre, desde su diferencia absoluta como ser hablante. Cuando no cumple con esta condición se lo considera alguien indigno, cuando desorganiza el discurso y no permite el pasaje de un discurso a otro.

La indignación conlleva el sentimiento que alguien indigno ha afectado la dignidad de otro, es decir, ha tocado de mala manera su singularidad. Como esta no tiene nombre, como esa juntura a medias y aislada entre un S1 y el cuerpo, la respuesta surge de lo real buscando articularse a la dimensión imaginaria del sentimiento para luego encontrar las palabras simbólicas. En el caso de la psicosis puede producir la paranoia extrema, el desencadenamiento. En la neurosis hace tambalear el síntoma. La manera como el sujeto goza es travesada por un dardo que viene de un otro perverso, en tanto goza de su división.

Lo insoportable de esta afectación puede llevar al sujeto a la ira momentánea, pero también hacia una sublimación o respuesta a ser trabajada en el tiempo de comprender y llegar a una conclusión de tal manera que pueda poner una barrera suficiente a la afrenta sufrida.

En la clínica se ilustra cuando el paciente se queja indignadamente que sus padres o cuidadores le propiciaron una serie de males, o cuando la pareja lo ha agredido. Aquí lo interesante es orientar el análisis hacia la implicación del sujeto en aquello de lo cual se queja indignadamente. Esto también es válido para el mundo de lo político social, para movimientos como los indignados o los chalecos amarillos. Llama la atención que aquellas poblaciones llamadas indígenas que fueron vilipendiadas en su dignidad desde hace 500 años, lograran reorganizarse y movilizarse con prudencia, de tal manera que obtuvieron una serie de reconocimientos parciales del amo, el cual nada quería saber al respecto. La otra vía estuvo presente también, la de un odio ancestral canalizado por organizaciones violentas.

La ética del psicoanálisis implica saber escuchar la indignación y su interpretación apunta a una transferencia de un supuesto saber para inventar significantes nuevos que sepan hacer con aquellos acontecimientos que producen indignación.